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Con la llegada del otoño y el cambio brusco de las temperaturas, los centros de salud y los servicios de Urgencias se colapsan. Cientos de padres acuden al médico alarmados por la presencia de muchos mocos en sus bebés y niños pequeños.

Antes de contaros qué podéis hacer con esa excesiva mucosidad de vuestros bebés debéis saber que en la mayoría de ocasiones no es grave ni supone consecuencias más allá de unos cuantas noches malas, durmiendo menos de lo habitual.

A no ser que vuestro pequeño tenga pocas semanas de vida, no es necesario acudir a Urgencias y se puede esperar a la consulta de su pediatra al día siguiente.

Primero debemos entender por qué se producen los mocos y conocer su causa y así poder evitar su aparición. (aunque a veces es inevitable)

pediatra

Causas de aparición de los mocos

-Virus: la presencia de mocos en nuestro bebé puede deberse a un simple resfriado o una gripe que ha provocado la debilitación de las membranas nasales. La mucosidad generada ayuda a expulsar esas bacterias y virus que han entrado en el organismo de nuestro bebé. En este caso, no se pueden evitar porque los virus están por el aire y se contagian con facilidad.

-Frío, cambio de temperatura: un cambio brusco de temperatura, del calor al frío o simplemente pasar tiempo al aire libre un día muy fresco y ventoso con el pequeño provocará la aparición de mocos no solo en él sino también en los adultos. Evita eso en la medida de lo posible al menos las primeras semanas.

-El llanto: los niños son llamados muchas veces de forma cariñosa “mocosos”. El motivo es que los más pequeños lloran muy a menudo y ese llanto produce mocos porque cuando lo hacen están estimulando las membranas nasales ayudando así a que la mucosidad fluya de forma mucho más rápida.

-Alergias: padecer alergias a alimentos, plantas, primavera…conlleva estornudos frecuentes, goteo y picor nasal, de ojos y eso puede confundirse con una gripe o resfriado, sobre todo cuando aún no se ha diagnosticado la reacción alérgica. Sin embargo, esos mocos causados por una alergia no son contagiosos como ocurre cuando proceden de un virus o bacteria.

La mayoría de las veces la aparición de mocos en nuestros hijos es inevitable y queramos o no van a padecerlos sin grandes consecuencias.

mocos bebe

Entonces, ¿Qué hago con los mocos de mi bebé?

Sea cual sea la causa de la presencia de mocos en tu bebé debes tener en cuenta que se trata de mecanismos naturales de protección y defensa y aunque molestos, son buenos para acabar con esas bacterias que podrían provocar algo más grave. La mucosidad impide que los gérmenes lleguen a las vías respiratorias altas y las infecten. Por tanto, no hay que obsesionarse con los mocos de nuestro bebé.

De hecho, el conocido pediatra Carlos González asegura que “muchos padres dedican considerable tiempo, dinero y energía a luchar contra los mocos. Es una batalla perdida. Los niños tienen mocos. Muchos. De diversos colores. Por algo les llaman mocosos”. Éste especialista destaca además que muchas veces es mejor dejar en paz a los mocos que intentar quitarlos a toda costa con mucolíticos u otros remedios y medicamentos.

Sin embargo, los mocos de un bebé nos angustian incluso más que a ellos mismos. El hecho de oír respirar con dificultad y ruido a nuestro pequeño, comprobar su dificultad para mamar o tragar y la constante tos que se produce para ayudar a expulsarlos, nos incomoda y por eso acudimos al pediatra tratando de que nos dé una solución.

Aunque es cierto que no debemos asustarnos ni obsesionarnos con esos mocos sí hay remedios que podemos usar para aliviarle ese malestar.

  • Limpiarle con frecuencia

No se trata de estar todo el día detrás del niño o bebé para quitarle los mocos, pero sí varias veces al día hay que tratar de eliminar el exceso de mucosidad, y antes de comer si se trata de un bebé de pecho o biberón.

Para limpiarle basta con un pañuelo suave para el exterior de su nariz y unas gotitas de suero fisiológico para el interior. A veces, es necesario hacerlo con una jeringuilla, tumbando de lado al bebé y tapando un orificio y hacer lo mismo con el otro hacia el lado contrario.

  • Aspirar los mocos

Después de aplicar el suero, muchos pediatras aconsejan el uso de un aspirador nasal para despejar su naricita después de fluidificar los mocos. No conviene usarlo demasiadas veces porque podríamos irritar sus fosas nasales pero sí un par de veces al día.

En este sentido, hay versiones y opiniones diferentes de los especialistas.
Por su parte, la experta en Fisioterapia Respiratoria Infantil, Beatriz Jiménez, aconseja los lavados nasales con suero con mono-dosis de suero fisiológico entre una y cinco veces al día para evitar que los mocos vayan a más. Es por tanto fundamental seguir las indicaciones de cada pediatra porque cada caso y cada niño puede tener diferentes necesidades.

  • Humedecer el ambiente

Un ambiente seco no ayuda a expulsar los mocos pero tampoco es bueno un exceso de humedad. El uso de la calefacción produce más sequedad en casa y más si vives en zona interior. Por eso, colocar un humidificador en su habitación le puede ayudar a expulsar mejor los molestos moquitos.

Sin embargo, hay que evitar que la humedad esté entre el 30 y el 50% porque, según el pediatra Jesús Garrido, de MipediatraOnline, “un exceso de humedad puede dar lugar a una congestión y además proliferar la aparición de hongos y ácaros”.

Garrido recomienda que si usas humidificador ventiles la habitación con frecuencia durante el tiempo que el bebé no está en ella y mantengas el aparato limpio y con un mantenimiento adecuado (cambio de filtros según las indicaciones del fabricante).

  • Darle líquido constantemente

Es probable que el pequeño no quiera comer y es totalmente normal. No pasa nada siempre y cuando le ofrezcas líquido constantemente. Si estás con la lactancia, debes ofrecerle el pecho más a menudo porque la leche materna hará que esos mocos se vuelvan más líquidos y por tanto más fáciles de salir.

Si tu hijo es algo más mayorcito, los especialistas pediátricos de las revistas digitales como Ser Padres y Crecer Feliz recomiendan la ingesta frecuente de líquidos como agua, caldos, zumos… para descongestionar sus vías respiratorias, conseguir una mucosidad más líquida y fácil de expulsar.

Sea como sea, no debes preocuparte demasiado cuando tu bebé tenga muchos mocos, porque es algo totalmente natural y frecuente, especialmente cuando finaliza el verano.

En general hay una serie de cuidados básicos para nuestro bebé en los meses de otoño e invierno que te recomendamos llevar a cabo.

Pero lo que mejor le vendrá al pequeño serán muchos mimitos, achuchones y compañía. Harás que se le olviden esos incómodos mocos.

Utilizas algún remedio de la abuela para disminuir los moquitos de tu bebé?

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